Ver mapa más grande
Frase del día:Hay que haber nacido aquí para sobrevivir a Beijing.
30-Octubre-2011
El tiempo pasa volando, excepto las noches que aún se hacen eternas debido al cambio horario. El cansancio acumulado y el que añade esta ciudad va a acabar con nosotros. Beijing no tiene proporción, desplazarse es agotador: Ir en metro supone caminar distancias enormes hasta la parada mas cercana y recorrer interminables pasillos. Cogerlo en hora punta es toda una explosión para los sentidos: nunca habíamos visto, sentido ni olido nada igual.
Por la mañana buscábamos un mercadillo de antigüedades y para evitar la caminata hemos tomado un taxi. No es buena idea si no se tiene la total seguridad de donde se va. El nombre del mercadillo no venía es nuestra guía de segunda mano y la información que habíamos encontrado en la web nos hizo dar indicación erróneas. Hemos aparecido en una zona mitad descampado, mitad polígono industrial, junto a un cruce de autopistas. Como era de esperar el taxista no entendía ni una palabra y sin nuestra guia de señalar con el dedo ha costado recomponer la situación. Sin llegar a ser "momento dramático", no podemos negar que han sido "minutos graciosos".
Al final hemos llegado al "Panjiayuan Market", aunque con otro taxista. El lugar está lleno de cachivaches, se podrían llenar varios cientos de tiendas de chinos. No hay cosas antiguas, pero tampoco cosas de plástico. Es un mercadillo de artesanías en piedra, madera, etc. El regateo es bastante complicado, porque no se tiene ni idea de cuanto se debería pagar por esas cosas. Nos ha parecido increíble que junto a la entrada nos ofrecieran lo que aparentemente era la piel de un tigre pequeño. No es que nos interesara, simplemente no creíamos que se pudiera vender algo así.
Siguiendo nuestra inmersión en la tradición China y como todo buen turista que se precie, hemos acabado la tarde en el "Teatro Chaoyang" para ver el espectáculo de acróbatas. Aunque el circo no es mi fuerte, hay que reconocer que todos ellos hubieran pasado a la final del "Tú si que vales", dejando a los pobres españoles a la altura del betún. Mas difícil lo habrían tenido en un casting para modelos, pero eso no viene al caso.
Especial mención a un numero de motos dando vueltas dentro de una bola metálica: primero un tipo hace unos loopings, al rato ya son 2, 3 motos a la vez y la cuenta continúa subiendo. Es cierto que los tíos no llegan al 1,50, pero las motos tienen el tamaño normal y se siguen apiñando a toda velocidad, al final han llegado a ser 8 dando vueltas simultáneamente.
En otro numero 12 chicas se subían a una bicicleta. Cuando digo una, es que todas se subían a la vez en la misma bicicleta. Parece que a los chinos les fascina la velocidad y las aglomeraciones y mucho mejor si ambas cosas van juntas. Eso explicaria la hora punta del metro, quizás toda esa gente no quiere ir a ninguna parte, simplemente se lo están pasando bien. No seria extraño que tuvieran algo raro en el ADN.
El tiempo pasa volando, excepto las noches que aún se hacen eternas debido al cambio horario. El cansancio acumulado y el que añade esta ciudad va a acabar con nosotros. Beijing no tiene proporción, desplazarse es agotador: Ir en metro supone caminar distancias enormes hasta la parada mas cercana y recorrer interminables pasillos. Cogerlo en hora punta es toda una explosión para los sentidos: nunca habíamos visto, sentido ni olido nada igual. Por la mañana buscábamos un mercadillo de antigüedades y para evitar la caminata hemos tomado un taxi. No es buena idea si no se tiene la total seguridad de donde se va. El nombre del mercadillo no venía es nuestra guía de segunda mano y la información que habíamos encontrado en la web nos hizo dar indicación erróneas. Hemos aparecido en una zona mitad descampado, mitad polígono industrial, junto a un cruce de autopistas. Como era de esperar el taxista no entendía ni una palabra y sin nuestra guia de señalar con el dedo ha costado recomponer la situación. Sin llegar a ser "momento dramático", no podemos negar que han sido "minutos graciosos".
Al final hemos llegado al "Panjiayuan Market", aunque con otro taxista. El lugar está lleno de cachivaches, se podrían llenar varios cientos de tiendas de chinos. No hay cosas antiguas, pero tampoco cosas de plástico. Es un mercadillo de artesanías en piedra, madera, etc. El regateo es bastante complicado, porque no se tiene ni idea de cuanto se debería pagar por esas cosas. Nos ha parecido increíble que junto a la entrada nos ofrecieran lo que aparentemente era la piel de un tigre pequeño. No es que nos interesara, simplemente no creíamos que se pudiera vender algo así.
Siguiendo nuestra inmersión en la tradición China y como todo buen turista que se precie, hemos acabado la tarde en el "Teatro Chaoyang" para ver el espectáculo de acróbatas. Aunque el circo no es mi fuerte, hay que reconocer que todos ellos hubieran pasado a la final del "Tú si que vales", dejando a los pobres españoles a la altura del betún. Mas difícil lo habrían tenido en un casting para modelos, pero eso no viene al caso. Especial mención a un numero de motos dando vueltas dentro de una bola metálica: primero un tipo hace unos loopings, al rato ya son 2, 3 motos a la vez y la cuenta continúa subiendo. Es cierto que los tíos no llegan al 1,50, pero las motos tienen el tamaño normal y se siguen apiñando a toda velocidad, al final han llegado a ser 8 dando vueltas simultáneamente.En otro numero 12 chicas se subían a una bicicleta. Cuando digo una, es que todas se subían a la vez en la misma bicicleta. Parece que a los chinos les fascina la velocidad y las aglomeraciones y mucho mejor si ambas cosas van juntas. Eso explicaria la hora punta del metro, quizás toda esa gente no quiere ir a ninguna parte, simplemente se lo están pasando bien. No seria extraño que tuvieran algo raro en el ADN.
