domingo, 21 de octubre de 2012

18 Lasha


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Frase del día: INCREIBLE.

15-Octubre-2011

Nunca había estado tan nervioso antes de coger un avión. Hace una semana en Kunming no habíamos recibido nuestro permiso de entrada al Tíbet, en el último momento lo llevaron al hotel como habíamos acordado. Ahora burocráticamente parece que todo ha ido bien y hemos subido al avión que nos debe llevar a Lasha, por cierto somos los únicos occidentales.

Hace unos minutos hemos comenzado a tomar velocidad para despegar, pero nos hemos parado en seco. El comandante ha dicho algo en chino y unos chicos nos lo han traducido al inglés con el móvil: se ha encendido una "lucecita" y hay que revisar el avión. Todo esto para seguir añadiendo suspense, ¿Conseguiremos entrar en el Tíbet?. Tras un par de intentos de despegue, desalojo del avión y dos horas de retraso, finalmente estamos volando .

En el aeropuerto de Lasha tampoco hay occidentales, la obtención de permisos es ahora mucho mas estricta. Al llegar a Lasha atravesamos unas calles "chinas", tan faltas de personalidad como cualquiera de las que hemos visto en otras ciudades. Esperábamos que fuera así debido al rápido crecimiento que está sufriendo la ciudad y el gran número de chinos que se han afincado aquí. Por suerte aún quedan barrios con sabor tibetano que han conseguido sobrevivir.

Estamos a un paso de la plaza Barkhor, un símbolo para los tibetanos y escenario de enfrentamientos con los chinos. Ahora está tomada por la policía, los militares, las cámaras de vigilancia y los controles de seguridad. La plaza queda justo delante del Jokhang, el lugar mas venerado de todo el Tíbet. La mezcla entre peregrinos tibetanos y ese despliegue de "seguridad" nos chirría demasiado. Dice el refranero: "Quien algo teme, algo debe".

Alrededor del Jokahang discurre el circuito de peregrinación del Barkhor. Miles de personas lo circunvalan en el sentido de las agujas del reloj. Es el espectáculo humano más sorprendente que pueda imaginarse. Nos dejamos llevar por esa increíble marea. A medida que giramos parece que retrocedamos en el tiempo. Nos vemos rodeados de un crisol de peregrinos llegados desde cualquier remoto lugar del Tíbet, conforman una diversidad que nos apabulla: trajes, caras, ritos, etc. No salimos de nuestro asombro.

Frente a la entrada del Jokahang los peregrinos no paran de postrarse una y otra vez, mil, un millón de veces, es sobrecogedor. El humo de los incensarios se mete en la garganta, la rueda humana sigue girando a escasos metros. Te sientes mareado, no tienes claro si son las emociones o los 3600 metros de altitud. No sabes donde mirar, no lo puedes abarcar todo. Lasha es simplemente increíble.

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